¿Qué hora es? Silvia no está. ¿Me he dormido? Es imposible. El despertador del móvil no ha sonado. Miro el móvil. Las siete y diez. ¡Me tenía que haber despertado hace media hora! Pues sí que ha sonado sí. En el pasillo se oye a gente. Me levanto rápidamente y salgo de mi cuarto.
-Mamá, ¿por qué no me has despertado?-Le pregunto mientras entro en la cocina. Ella está poniéndole el desayuno a mi hermana.
-Tu abuelo ha llamado y ha dicho que vendrá más tarde. Así que no quería despertarte todavía. Vendrá a las nueve.-Me dice con una sonrisa.
-Ah vale. Sabes, anoche me dormí pensando en cómo será la casa del abuelo, en cómo será el verano y no sé me han entrado ganas de ir.
Mi madre esboza una enorme sonrisa. Tan grande que me emociona. Le alegra que quiera ir. Aunque yo no es que tenga muchas ganas. Pero puede ser un verano interesante.
-Me alegro mucho cariño. A tu padre también le alegrará que quieras ir. –Le dice mi madre dándome un gran abrazo. Me alegra hacerla feliz.
-Por cierto, ¿dónde está?
-Se está duchando.
-Vale.
-Buenos días cielo.-Me dice mi padre mientras me da un beso en la mejilla.
-Buenos días papá. ¿Ya has terminado? Bien, pues me voy a duchar yo.
-Venga pero no tardes que tienes que desayunar y revisar que está todo listo.-Dice mi madre.
-Claro, no te preocupes. En nada estoy lista.
Cojo la ropa que dejé preparada anoche y me dirijo al cuarto de baño. Me ducho rápidamente y me visto. Cuando salgo mi madre tiene mi desayuno preparado en la concina. Me siento y desayuno tranquilamente. Me sobra tiempo. Son sólo las ocho. Cuando termino dejo los platos en el fregadero y me dirijo al salón. Mi padre está leyendo el periódico y mi madre la revista ¡Hola! Mi madre deja de leer y me mira.
-¿Ya has revisado si está todo?
-Que va. Tengo tiempo.
-Luego se te olvidará algo seguro.
-No te preocupes mamá.
-Tu madre tiene razón, seguro que se te olvida algo.-Ríe mi padre.
-Verás cómo no.
-¿Otra vez te has planchado el pelo?-Pregunta mi madre.
-Sí…
-Te vas a quedar calva como sigas planchándote el pelo tanto. Con los rizos tan bonitos que tienes.
-Mamá lo que yo tengo no son rizos. Lo que yo tengo es una maraña de pelo.
-Pues a mí me gustan.-Dice mi madre.
-A mí no. Me voy a pintar.
-No tienes remedio.-Se resigna mi madre.
Me levanto y me dirijo de nuevo al baño. Cojo mis pinturas y comienzo a pintarme. Base de maquillaje, polvos, ojos con lápiz negro, rímel… ¿qué me falta? ¡Ah sí! Coloretes. Lista. Ya estoy lista. Recojo las pinturas y salgo del baño. Entro en mi habitación y guardo mi neceser en la maleta de mano. Está todo ¿no? Creo que sí. Me miro al espejo. Me gusta el conjunto de hoy. Pelo suelto y liso. Básica de manga corta blanca, un collar, vaqueros claros y unas sandalias marrones. Me gusta. ¿Bolso? Mmm… sí este de marrón de flecos. Lista. ¿Qué hora es? Las ocho menos veinte. Todavía tengo tiempo.
-Amanda, ¿puedes bajar la basura?-Me dice mi madre desde la cocina.
-Vale, ahora voy.
Suelto el bolso y me dirijo a la cocina, cojo la bolsa de la basura y salgo de casa. Ya funciona el ascensor, asique voy a optar por cogerlo. Mientras espero a que llegue, recuerdo el día de ayer. ¿Debería decirle que me voy? Bueno él se va de viaje… pero no será todo el verano… Si me llama, ¿qué le digo? ¡Ay qué lio! Espero no encontrármelo. Salgo corriendo del ascensor y salgo del portal. Hace un día soleado. Espléndido. Un precioso sábado para pasear. Tiro la basura rápidamente y vuelvo a entrar. Puf, menos mal, no está. Vuelvo a entrar en el ascensor y aprieto el segundo botón. Menos mal que no me lo he encontrado, no tengo ganas de dar explicaciones. Cuando no me quede otro remedio, lo aré. Al entrar en casa mi padre está con las maletas en la puerta.
-Termina de recoger lo que te vayas a llevar en la mano y bajamos. Tu abuelo ha dicho que estaba en la rotonda.
-Vale.-Me dirijo hacia mi cuarto y cojo el bolso marrón de flecos, mi blacberry y la cartera y lo meto dentro.
-Ya estoy.
-Venga pues bajemos.
-¿Y Silvia?
-Ahora baja con mamá.
-Vale.
Bajo con mi padre en el ascensor. Está feliz. Quiere que disfrute de este verano. Aunque parece saber algo que yo no sé.
-¿Y esa cara papá?
-¿Qué cara?
-No sé, parece que sabes algo que yo no sé.
-¡Qué dices!
-Papá, se te nota.
-No tengo nada que decir.-Dice esbozando una sonrisa.
-Ya me enteraré ya…
-Puede…-Dice con sin quitar su sonrisa.
Y me da un abrazo.
-Venga, que tu abuelo espera.
Salimos del ascensor y seguidamente del portal. Cuando salimos hay un coche negro muy elegante, tiene pinta como de una limusina. Pero un poco más pequeña. De repente mi abuelo sale del gran coche.
-Buenos días.-Dice detrás de unas gafas negras de sol.
-Buenos días.-Él y mi padre se dan la mano.
-Hola, buenos días.-Digo yo, y acto seguido a mí también me da la mano.
-Adam, guarda las maletas.-Le dice mi abuelo a un hombre completamente vestido de negro, también con gafas de sol y el rostro serio. Lo más gracioso es que se lo dice en un perfecto inglés.
-Hay están Silvia y mamá.-Digo yo.
-Muy bien, ya estamos todos.
Mi abuelo saluda a mi madre y a mi hermana de una manera bastante fría. Igual que a mi padre y a mí.
-Mamá te voy a echar de menos. Y a ti también papá.
-Y nosotros a ti cielo.-Dice mi madre.
Y los tres nos damos un abrazo que irradia amor.
-¡Eh! Que yo también quiero.-Protesta Silvia.
Y ahora nos damos un abrazo los cuatro. Cuando ya todos nos despedimos, mi hermana, mi abuelo y yo nos montamos en el gran coche. ¡Guau! ¡Es enorme! Tiene mini bar y una televisión. Es increíble.
-Guau, esto es enorme.-Grito con emoción.
Mi abuelo no contesta. Mi hermana tampoco cabe en su asombro. Pero mi abuelo sigue sin decir nada. Me asomo por la ventana y me despido con la mano de mis padres. El coche arranca. Estoy nerviosa. ¿De qué habla con él? Bueno habrá que improvisar.
-Estoy nerviosa. Pero tengo muchas ganas de ir.
-Me alegro. Seguro que te encantará la casa. Y tu abuela está deseando que lleguéis.
Mi abuela…
-¿Cómo se llama?-Al momento de arrepiento de haber hecho la pregunta.
-Donna.-Contesta seco.
-Qué bonito.
Él no contesta. Mi hermana le pide que ponga una película y este accede, por lo que el camino hacia el aeropuerto es más cómodo de lo que pensaba. Cuando llegamos un hombre muy elegante nos espera en la puerta.
-Bienvenido señor. Les estábamos esperando. –Y nos guía por el aeropuerto. Un hombre lleva nuestras maletas. Me siento rara. Entramos en las pistas, pero no entramos en el avión en el que entra todo el mundo. En el nuestro no entra nadie. Sólo nosotros. ¡Qué extraño! Ni siquiera hemos facturado… Cuando subo las escaleras del avión hay una joven muy bien arreglada en la puerta que me saluda muy educadamente. Entro y no quepo en mi asombro. ¡Es un jet privado! ¡Un jet privado! ¡Es increíble! ¡No puedo creerlo!
-¿Es sólo para nosotros?-Pregunto atónita.
-Claro.
-¡Es increíble!
-Me alegro de que te guste.
El interior del avión es fantástico. Tiene cuatro enorme sillones beis que parecen ser muy cómodos. Y una mesa en el centro de ellos. Una enorme pantalla plana. Al fondo hay una puerta que parece ser el baño. Es espectacular.
-Siéntate y ponte cómoda. Ahora vendrá una azafata. Pide lo que quieras.
-Vale…
-Silvia, ¿has visto esto? ¿No te encanta?
-Es chulísimo Ami. ¡Me encanta!
-¡Y es para nosotras!
Mi hermana está tan asombrada como yo. Nos sentamos una frente a la otra y nos miramos sonrientes. Pronto viene una mujer y me pregunta que si quiero que me haga que manicura. ¡Increíble! El viaje pasa demasiado deprisa. Casi que no me doy cuenta. Dos horas después mi abuelo me dice que mire por la ventana. Si ya creía que lo que había visto desde que bajé de mi casa era absolutamente increíble, lo que estoy viendo es incluso mejor. Increíblemente mejor. Es inmejorable. Todo este tiempo pensando cómo sería la casa de mis abuelos y jamás de los jamases hubiese imaginado que mi abuelo podría vivir en un lugar tan fantástico, enorme y espectacular y asombroso como este.